Esta obra fue compuesta por encargo de un ensamble de la ciudad de Bilbao (España),
quien tuvo a su cargo el estreno de la misma. Las disponibilidades instrumentales originales incluían violín, clarinete, saxo alto y percusión, por lo cual la pieza fue planeada en principio para dicho conjunto. Antes de que comenzará a escribir la partitura, recibí la notificación de que no sería posible contar con la percusión. Por lo tanto, ello dio surgimiento a la inclusión del sonido electrónico como parte del orgánico. Y a ello se debe que, si bien dichos sonidos fueron generados sintéticamente en su totalidad, presentan en muchas ocasiones reminiscencias de timbres asociados al instumental de percusión, que estuvo en la génesis de la imagen y el planteo de la pieza.
Por otra parte, la morfologíaa de la obra se halla planteada en su totalidad sobre la base de una estructura sonora con las características de un “coral” modal, que se reitera a lo largo de toda la pieza (siempre en una forma más o menos velada o enmascarada), y solamente aparece claramente definida sobre la parte final de la composición. En cuanto a tímbres y texturas, una preocupación que se mantiene constante en mis obras mixtas, es la de integrar las sonoridades de instrumentales con aquellas puramente electrónicas, creando así texturas y timbres mixtos (electrónico – instrumentales) a través de procesos de fusiones y enmascaramientos.
Por último, considero de interés señalar que posteriormente (en 2008), realicé una nueva versión de la obra (titulada “MIXTURAS II”) para cuarteto de saxofones, donde uno de los problemas a resolver fue el de “transferir” a los saxos, no solamente lo que realizaban originariamente los instrumentos, sino también la parte electrónica (en una operación que resulta semejante a la de pasar una imagen a través de un determinado “espejo deformante”).
Caracas, 18 al 27 de mayo de 2012