I. La primera señal ha sido avizorada
II. En los abismos de la luz
III. En las aguas del destello
“Tres revelaciones” para órgano fue escrita en los primeros meses del año 2012 para ser estrenada en el XVII Festival Latinoamericano de Música de Caracas. La obra estuvo esperando por ver la luz desde el momento en que me sentara por primera vez en la Sala Simón Bolívar del CASPM, cuando caí rendida ante el magnífico instrumento que corona ese maravilloso espacio para la música. Desde ese momento surgió en mi el deseo de escribir una pieza para el instrumento que aprendí a apreciar en la Sainte-Trinité y en Notre Dame de Paris, en los innumerables conciertos y servicios religiosos a los que asistí para escuchar, extasiada, las interpretaciones e improvisaciones de Olivier Messiaen, entre otros grandes, en mis años de estudiante en París.
En religión y teologíala revelación divina consiste en revelar, descubrir o hacer algo obvio a través de la comunicación con alguna entidad sobrenatural. Para los cristianos católicos consiste en el acto por el cual Dios se revela o manifiesta al hombre, ya sea de manera natural o sobrenatural. El órgano tiene para mi esa capacidad, intrínseca, de conectar con lo divino, con Dios, quien "habita una luz inaccesible" y quiere comunicar su propia vida divina. En el caso de esta obra, establecí una relación con esa luz intensa de la divinidad que, de alguna manera, se me “revela” a través de la expresión musical.
Los tres movimientos de la obra fueron presentándose e hilándose de manera natural. “La primera señal ha sido avizorada” (Cuanto más clara sea su visón del camino, más seguros serán sus pasos luego) surgió en el momento del encuentro con el organista francés, Pascal Marsault. “En los abismos de la luz” me hizo proseguir de manera natural el exigente estudio de los registros de tan fascinante instrumento. El último movimiento “En las aguas del destello”, la música explora los extremos del órgano, intentando materializar esa ráfaga de luz intensa, momentánea y oscilante del resplandor divino a través de su extensísimo registro y sus múltiples combinaciones. Este último movimiento lo escribí inmediatamente después de la desaparición física de Ana Mercedes Asuaje de Rugeles, mi suegra, a quien todos coinciden en definir como un “ser de luz” y con quien viví de cerca sus últimos días, su búsqueda, sus dudas, sus temores, hasta que avizoró el resplandor divino que le permitió partir confiadamente. Este movimiento está dedicado a su memoria y por ello cito el coral –claramente tonal- del “Agnus Dei” de mi obra “Fiestas Solemnes”.
Esta obra no hubiera podido ver la luz sin el apoyo de la Universidad Simón Bolívar, que me ha brindado la oportunidad de dedicarme al estudio de este complejo instrumento durante estos meses de año sabático, y está dedicada al extraordinario organista y paciente amigo, Pascal Marsault.
Caracas, 18 al 27 de mayo de 2012