Como versión sinfónica precede a La Panadería para sonidos electrónicos pero es posterior a La Panadería para pequeño conjunto instrumental. Es decir que hay una serie de Panaderías, una suerte de familia con miembros muy emparentados. Una pregunta que habitualmente se me hace es: “¿Existe una Panadería central y las otras son meras sucursales?” Con la anuencia de Platón me atrevería a responder que sí. La “idea” sería una gallina clueca que genera pollitos portando el mismo ADN. De este modo la gallina funge de panadería central y los hijitos serían las sucursales. Presiento cuál sería la siguiente e inevitable cuestión: “¿Hay hijitos más logrados que otros?” Es innecesario que se me obligue a responder aquello que todo el mundo sabe. Pero diré que esta sucursal sinfónica, que proviene de una remodelación actual de sus ancestros, me ha costado mucho trabajo construirla. Tiene algo totalmente innovador, ausente en las versiones anteriores: todas las notas están escritas convencionalmente, al más puro detalle berloziano. En esto, es totalmente diferente a las primeras, concebidas cuando las vanguardias musicales inventaban nuevas formas de notación. Tal vez, juvenilmente, las Panaderías y yo hemos envejecido, o si se mira de otro modo, ambos nos estamos añejando.
Caracas, 18 al 27 de mayo de 2012