Eloquentia: espacio para flauta y orquesta es, tal y como su nombre lo indica, un espacio sonoro, donde quizás el oyente y los músicos puedan llegar a tener una sana y alentadora discusión, entre si, y a través de la música.
Este espacio no es un concierto en el sentido tradicional de la palabra, a pesar de la presencia de un instrumento solista. Podría decirse que es quizás el espejo de un concierto, ya que se empeña en la búsqueda de la realidad palpable de una línea melódica que, si se quiere, nunca consigue plenamente. Más aún, dicho espacio está dividido en tres secciones continuas (Desolación, Resignación y Ascensión) donde, al contrario de los conciertos barrocos, la aparentemente rápida y delirante sección central, está rodeada por secciones más lentas.
El espacio en general sustrae muchos de sus mecanismos de dos fuentes fundamentales: los murales (Wall Drawings) de Sol Lewitt (USA, 1928-2007), y un poema de Octavio Paz (México, 1914-1998). La obra de Lewitt abrió paso a la geometría del espacio y, a su vez, el poema de Paz se encargó, si se quiere, de motivar las conexiones de sus puntos y fragmentos lineares. El poema, titulado Escritura, proviene de la colección Ladera Este (1962-1968):
Yo dibujo estas letras
Como el día dibuja sus imágenes
Y sopla sobre ellas y no vuelve
Eloquentia fue escrita, y está dedicada a mi gran amigo y extraordinario flautista, Adam Kuenzel, a su orquesta, la Minnesota Orchestra, y al director de dicha orquesta, Osmo Vänskä.
Caracas, 18 al 27 de mayo de 2012